Friday, March 7, 2014

LACONICO RESUMEN DE MIS DIAS



El tiempo apremia, escasea, vuela, 
se escurre...
uno poniéndose viejo,
a veces triste,
a veces riendo
hasta que un día te das cuenta de que 
la felicidad
es un mito si la esperas fuera
de ti, de los limites de tu cuerpo,
donde reside la grandeza 
y la vileza
de cada episodio de
esta tragicomedia que es
la vida.
las procesiones van por dentro,
tu cara es una mascara
que oculta burlonamente
tus alegrías
y disimula de prisa
las tristezas.
mientras tanto,
seguimos corriendo el maratón
que nunca acaba,
unos 42 mil millones
de destinos
sin llegar a ningún lado.
hasta que un día miras atrás y te das cuenta
de que el tiempo se te ha ido
mientras perseguías
intangibles;
recuerdas que todo lo que tienes 
eres tu
y es con lo único que podrás contar
siempre.
y entonces,
decides ser feliz.

Monday, September 9, 2013

THERE IS NO TOMORROW

Llueve.
Un par de piernas pasan bajo una sombrilla
al otro lado de la calle.
Yo, ensimismado, me fumo un cigarrillo
viendo llover y
me carcajeo en mis entrañas
de un futuro incierto
mientras se me escapan los segundos
de este presente escurridizo
hacia una vejez inevitable.
Hacia donde vamos?
Adonde voy?
Perdido significa que algún tiempo antes
tuvo su lugar propio.
Yo no estoy perdido,
yo solo busco mi lugar en ese futuro que no llega nunca...

Wednesday, October 27, 2010

IV

Amar es como ser un domador de leones. Y ahí vas cada día, entras en la jaula, el paso firme, la mirada atenta, los andariveles dispuestos… hasta un día. Si, porque algún día una de las bestias se acuerda de que por su sangre corre el linaje real de alguna jungla perdida y se despierta del hipnótico hechizo del látigo, de las voces que arrojan ordenes, de los aros de fuego…
Se despierta, ruge como de costumbre y sin embargo, de una mordida, te arranca la cabeza. Y ahí estas tu, decapitado, retrocediendo un par de pasos hacia ninguna parte, sangrando, ya muerto.
Y así te encuentras un día, acordándote de esa primera vez que entraste en la jodida jaula.

Wednesday, October 13, 2010

III

A veces me pregunto que hacen los demás cuando están tristes. ¿Toman el metro, leen diarios, respiran, comen algo, a veces duermen, van al trabajo, pasan de largo, hablan con alguien, miran futbol, hacen origamis, siguen viviendo? Si, seguro que siguen viviendo, pero ¿como?
Creo que el mundo es muy pequeño para que haya una salida.
Yo, que ya me creía curado de tales espantos, de tales desasosiegos, aquí estoy de vuelta, una vez más, dispuesto a hincar mi rodilla a la melancolía. ¿Serra que me habré acomodado demasiado? ¿No le habré quitado demasiada adrenalina a mi vida?
Después de tantos meses de trabajo, esculpiéndome una voluntad a prueba de catástrofes, resulta que sopla una brisa y me vengo abajo como si me hubiese golpeado un tsunami. Yo, que recién me creía de piedra, resulta que he vuelto a ser este manojo de nervios con el que tengo que luchar ahora mismo, a un paso de venirme abajo y tirarme en un rincón a esperar que la vida me patee el trasero una vez mas, a un paso de sentarme a esperar ese empujón de adrenalina que me ponga al borde del vomito cada mañana, y no me de espacios para pensar como estoy, sino que tenga que resolver donde estoy, y como llegar a donde quiero, o simplemente al próximo día.
Me he malacostumbrado a vivir al limite, con las vísceras colgándome de la boca de esta herida que llevo en mi alma mal hecha, deforme, pero irremplazable. Necesito una nueva batalla, una nueva razón para inflar el pecho, enterrar los miedos, y pelear de nuevo por lo que sea. Hasta que la muerte nos separe. A mí y a mi alma, digo…

II

De lunes a jueves todos son lunes. El viernes, al menos, tiene el tinte de la ligera alegría de ser el ultimo de la semana, el saborcillo de ser el comienzo del fin de semana. Al menos puedo usar jeans y camiseta y sandalias para irme a la oficina. Es solo una ilusión, porque me esperan otras 8 horas y pico, pero al menos, hay una esperanza. El resto de los días, ninguna.
Así que salgo caminando, como cada mañana, moviéndome por aquello de que cuando se deja de luchar ya se esta muerto, incluso antes de dejar de respirar, y pienso, joder, que cerca que tenemos la muerte cada día, pisándonos los talones, espiando cada paso. Cuando dejes de luchar habrás muerto. Si, esta cerca.
Salgo del metro, mi piloto automático (con el que sobrevivo los primeros cinco malditos días de cada semana) me lleva a la parada del tranvía, pero el paso esta bloqueado. Están reconstruyendo las líneas, y lo se, incluso creo que mi piloto automático lo sabe también, pero lleva mucho tiempo moviéndose por instinto y su instinto dice que la parada del tranvía es allí, y tiene razón siempre, menos hoy. Así que giro sobre mis pasos y me dirijo a la parada del autobús.
En esas, aparece un hombre muy sucio y sin cuello, va a pasar justo cerca de mí, lo calculo en su trayectoria y clavo mis ojos en mi Sudoku, y dejo que la música me taladre la cabeza. El Sudoku no es solo un juego matemático donde colocas números y desengrasas el cerebro. Cuando lo mezclas con una buena música, consigues un escudo antibombas, nadie te puede molestar, nadie, ni siquiera este hombre pestilente y sin cuello que gracias a mi escudo ya ha pasado de largo sin que yo lo note.
El autobús llega, me muevo, me subo. Ahora estoy más cerca de la oficina, de otro día de trabajo, aunque sea viernes.

I

Hoy me desperté con el clima. Llueve en Budapest, y en algún rincón de mi, llueve también. Llueve. Estoy cansado, no puedo encontrar otra palabra, creo que estoy muy cansado como para buscar otra palabra, y me conformo con esa, aunque la aborrezca. Pero no es la desazón de siempre, esta es nueva. Hasta ahora no había catado este tipo de desazón, cuando los castillos de naipes se derrumban y solo queda un montón de cartas dispersas, sin rumbo ni orden, sin propósito, sin alma.
Yo aun me pregunto cual es el sentido de tantas cosas, de todas aquellas cosas que un día se piensan, luego se olvidan o se guardan para cuando sea el momento de usarlas, o echarlas a la basura. Pero la verdad es que no hay momentos, ni olvidos, ni verdades.
Solo un gran vacío que va contigo a donde quieras, y uno se pasa la vida intentando llenarlo de pequeñas cosas; papeles, anillos, olores, sombrillas, dibujos, rostros, emociones, aguaceros, colores, diálogos, y algún que otro teclazo furtivo para dejar escapar, a riesgo de mas vacío, algún que otro demonio. No, no logro entender.
Dicen algunos que es porque nacimos incompletos, pero la verdad, es que yo nunca me he sentido incompleto, sino completamente idiota por no entender muchas cosas que a los otros les resultan sencillas, creo yo, porque nadie me habla de ellas. ¿Será que no las ven? No, no creo, más bien será que no les importa, o lo dan por hecho, aprendido, entendido. No soy tan genial como quisiera, así que no creo que podría ver cosas que otros no ven, sino más bien no entender lo que otros ya han asimilado hace mucho tiempo atrás.
O tal vez, en medio de tal vorágine, simplemente se me ha olvidado como olvidar, como dice el bolero. Pero lo peor de todo, es que no tengo a nadie a quien preguntar.
Creo que debería empezar a aprender a vivir con estas dudas, estas desazones, estas cosas. Al fin y al cabo, quizás sea todo lo que se pueda encontrar para llenar el vacío que siempre va con uno, tan pegajoso, tan duro.