El tiempo apremia, escasea, vuela,
se escurre...
uno poniéndose viejo,
a veces triste,
a veces riendo
hasta que un día te das cuenta de que
la felicidad
es un mito si la esperas fuera
de ti, de los limites de tu cuerpo,
donde reside la grandeza
y la vileza
de cada episodio de
esta tragicomedia que es
la vida.
las procesiones van por dentro,
tu cara es una mascara
que oculta burlonamente
tus alegrías
y disimula de prisa
las tristezas.
mientras tanto,
seguimos corriendo el maratón
que nunca acaba,
unos 42 mil millones
de destinos
sin llegar a ningún lado.
hasta que un día miras atrás y te das cuenta
de que el tiempo se te ha ido
mientras perseguías
intangibles;
recuerdas que todo lo que tienes
eres tu
y es con lo único que podrás contar
siempre.
y entonces,
decides ser feliz.
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