Wednesday, October 13, 2010

I

Hoy me desperté con el clima. Llueve en Budapest, y en algún rincón de mi, llueve también. Llueve. Estoy cansado, no puedo encontrar otra palabra, creo que estoy muy cansado como para buscar otra palabra, y me conformo con esa, aunque la aborrezca. Pero no es la desazón de siempre, esta es nueva. Hasta ahora no había catado este tipo de desazón, cuando los castillos de naipes se derrumban y solo queda un montón de cartas dispersas, sin rumbo ni orden, sin propósito, sin alma.
Yo aun me pregunto cual es el sentido de tantas cosas, de todas aquellas cosas que un día se piensan, luego se olvidan o se guardan para cuando sea el momento de usarlas, o echarlas a la basura. Pero la verdad es que no hay momentos, ni olvidos, ni verdades.
Solo un gran vacío que va contigo a donde quieras, y uno se pasa la vida intentando llenarlo de pequeñas cosas; papeles, anillos, olores, sombrillas, dibujos, rostros, emociones, aguaceros, colores, diálogos, y algún que otro teclazo furtivo para dejar escapar, a riesgo de mas vacío, algún que otro demonio. No, no logro entender.
Dicen algunos que es porque nacimos incompletos, pero la verdad, es que yo nunca me he sentido incompleto, sino completamente idiota por no entender muchas cosas que a los otros les resultan sencillas, creo yo, porque nadie me habla de ellas. ¿Será que no las ven? No, no creo, más bien será que no les importa, o lo dan por hecho, aprendido, entendido. No soy tan genial como quisiera, así que no creo que podría ver cosas que otros no ven, sino más bien no entender lo que otros ya han asimilado hace mucho tiempo atrás.
O tal vez, en medio de tal vorágine, simplemente se me ha olvidado como olvidar, como dice el bolero. Pero lo peor de todo, es que no tengo a nadie a quien preguntar.
Creo que debería empezar a aprender a vivir con estas dudas, estas desazones, estas cosas. Al fin y al cabo, quizás sea todo lo que se pueda encontrar para llenar el vacío que siempre va con uno, tan pegajoso, tan duro.

No comments:

Post a Comment